La pérdida de una pieza dental siempre conduce a alteraciones de la masticación, muchas veces a la merma estética y también en muchas ocasiones a impactos psicológicos negativos.

Pero que sucede realmente… La pérdida de una pieza dental en el sector anterior o que esté en la línea de la sonrisa, muy aparte de la alteración estética, produce a la larga una alteración en la posición de las demás piezas, es decir se comienzan a separar, a rotar, inclinar. El espacio dejado posterior a la pérdida se cerrará parcialmente y de manera no tan organizada.

Entonces tan pronto se produzca la pérdida dental, ya sea por fracturas, accidentes, caries o infecciones, hay que planificar la sustitución de esta para que los efectos antes descritos no se produzcan sino otras unidades dentarias se verán comprometidas en la recuperación de la función y estética.

Para tal fin la odontología tiene procedimientos y técnicas, algunos clásicos y otros mas contemporáneos. Entre las soluciones más seguras y también comprobadas por su alta eficacia, tenemos a la Prótesis Fija. En el caso de la pérdida de una sola pieza dental, la sustitución de la pieza dental se hace a través de las preparaciones de los dientes adyacentes para de esa manera tener el puente, que es como se llama bien asegurado y estéticamente inmejorable. Las porcelanas actuales que sirven para hacer las coronas son de altísima calidad y resistencia, y de una inmejorable estética.

Si el caso lo amerita y el paciente no quiere que sus dientes adyacentes sean preparados, la otra vía es la Implantología, la cual hace uso de tornillos de titanio, los cuales son instalados mediante técnicas quirúrgicas en el hueso maxilar para de esa manera obtener una raíz artificial, en la que irá anclada la nueva pieza dental a sustituir.

Ambas soluciones son seguras y trabajan perfectamente, solo es cuestión de elegir el método y realizar la sustitución de la pieza perdida lo más antes posible.